Cultura Emprendedora
Cristián Marcelo Riffo Cáceres
Cuando se habla de un emprendedor no se refiere
necesariamente a un creador de empresas, a un hombre o mujer exitosos, o a un
gran empresario. Se refiere a alguien capaz de transformar cada desafío en
oportunidades y, por lo tanto, el emprendimiento se puede aplicar en cualquier
disciplina o actividad desarrollada por el hombre.
Cuando se habla de un emprendedor no se refiere
necesariamente a un creador de empresas, a un hombre o mujer exitosos, o a un gran empresario. Se refiere a alguien capaz de transformar
cada desafío en oportunidades y, por lo
tanto, el emprendimiento se puede aplicar en cualquier disciplina o actividad
desarrollada por el hombre.
¿No es emprendedor aquel creador de una hermosa pieza
musical? o ¿Aquel hombre de campo que crea sus propias herramientas que le
servirán directa o indirectamente para tener un mejor estándar de vida?.
El emprendimiento se vive cada día y forma parte inherente
de nuestra existencia, se puede aplicar a cada una de las actividades que a
diario realizamos; aún más, es un estilo
de vida.
De larga data se ha discutido si el emprendedor nace o se hace. Por un lado, se presenta como
una característica innata del ser humano, es decir, el hombre nace siendo
emprendedor y, por otro, como una
característica que hay que desarrollar a través de la educación y la
experiencia.
Sin el afán de dar una visión sesgada de las dos
perspectiva, sostengo que corresponde a una característica innata del ser
humano que explica el desarrollo que hemos logrado como sociedad, que se
potencia con la adversidad, con el tesón, con una vida con metas, y que se
pierde con el conformismo, la resignación, la pérdida de objetivos en la vida.
Por otro lado, es una característica que hay que
cultivar, que hay que fomentar a través
de un proceso de asociación entre la educación
y la experiencia. Así la capacidad de emprender se puede formar y perfeccionar
a través de la educación.
En los últimos años,
ha tomado relevancia el concepto de "emprendedor" y se tiene la
creencia que es algo novedoso. El término tal vez lo sea, pero lo que encierra
es tan antiguo como la humanidad misma.
La definición de emprendedor conlleva una sensación de
optimismo, proactividad y desafío. Un emprendedor es aquél capaz de acometer un
proyecto que no es aceptado (y muchas veces no entendido) por la mayoría de las
personas de su entorno, es un individuo que supera los obstáculos que se le
presentan sin distraer energía en aquello que no apunta hacia su meta y sin
temor alguno al fracaso. No pierde tiempo hablando de los errores sino que los convierte
en experiencia.
El emprendedor se aprovecha de las situaciones de crisis y
prospera en ambientes de depresión anímica; no se queja, ni critica las
acciones de otros ni lanza opiniones sobre cualquier tema sin un aporte valioso
para lograr sus metas. Ve una solución en cada problema y no un problema en
cada solución.
Un emprendedor es aquél capaz de convertir una idea en
negocio, que mantiene un ritmo constante de crecimiento y creación, que hasta
se podría decir sin límite.
La anterior definición no debe confundirse con la de
empresario, quien es el que gerencia un negocio.
Existe una confusión generalizada en cuanto a entender como
sinónimo de capacidad emprendedora la capacidad empresarial. Sin duda, la
capacidad empresarial supone la presencia de rasgos emprendedores, pero no se
agota en ellos: se asocia a atributos o cualidades adicionales que son algo más
difíciles de encontrar en la población. A raíz de esta confusión, suele
identificarse todo acto emprendedor con una acción que persigue fines de lucro.
“Todo empresario es emprendedor, pero no todo emprendedor es
empresario”
La actitud emprendedora no se limita a los individuos que
buscan un beneficio económico por actividades comerciales. La encontramos en
los centros de investigación, universidades y en aquellas entidades que
obtienen de sus investigaciones resultados, sean productos específicos, nuevos
conocimientos o procesos, que son susceptibles de ser transformados en
negocios. Esta actitud también se encuentra en los gestores de tecnología
quienes, sin ser los creadores de las innovaciones ni, posiblemente, usuarios
directos de tales productos, logran la milagrosa transformación de esas ideas
en negocios.
La formación de nuevos emprendedores debe ser una tarea
permanente, no se debe seguir formando profesionales para el empleo sino para
el trabajo; debe cambiarse el esquema de impartir conocimientos por el enseñar
a gerenciar el conocimiento y, como complemento indispensable, manejar la
información, donde la actitud emprendedora es la meta formativa a lograr.
Trabajar por un sueño parecería una cuestión ideal, ser
independiente o su propio jefe una bendición, sin embargo, y como una cuestión
extraña en realidad son muy pocas las personas que deciden lanzarse a aventurar
con sus ideas, sus proyectos o sus propios negocios; es evidente que el camino
es difícil, pero, ¿por qué las personas no se arriesgan?. Las distintas
experiencias sobre emprendimientos nos presenta casos de personas que a partir
de cero, han logrado construir y lograr grandes hazañas.
Formarse y entrenarse como emprendedor eficaz es un proceso
largo y complejo que requiere de un método y de la práctica de ciertos
instrumentos. En primer lugar, se requiere
desarrollar habilidades cognitivas, emocionales y sociales en los
distintosniveles de educación y capacitación que tenga acceso y hacerlo en
forma sistemática durante su desarrollo en la vida familiar y en su paso por el
sistema de educación. En segundo lugar, estas habilidades necesitan
conocimientos y técnicas para que se
expresen en conductas eficaces o en lo que denominamos destreza emprendedora.
El emprendedor está inserto en un mundo en constante cambio
sin embargo, su comportamiento debiera estar orientado por valores que no se
transan. Esta observación es muy
importante comprenderla para promover la formación valórica de los
emprendedores como requisito o ingrediente del éxito en sus desafíos.
En definitiva definir el espíritu emprendedor no es cuestión
sencilla, ya que existen muchas características que tienen unas personas y
otras no, pero que de cualquier manera los hace exitosos; en la actualidad el
espíritu emprendedor es sinónimo de innovación, cambio, fundación de una
compañía, o toma de riesgos.
La dificultad aumenta, cuando encontramos emprendedores que
no han fundado empresas o que no han sido innovadores y simplemente han copiado
una idea existente o que en lugar de asumir riesgos buscan que otros los corran
etc. Definitivamente el éxito no es una cuestión sencilla de analizar...
Es necesario afirmar que el emprendedor es una persona que
percibe la oportunidad que ofrece el mercado y ha tenido la motivación, el
impulso y la habilidad de movilizar recursos a fin de ir al encuentro de dicha
oportunidad.
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